En una época en la que recurrir a Barcelona y al Palau Sant Jordi parece una obligación, y no son pocos los que lo hacen casi anualmente, cuesta encontrar un artista o grupo que, teniendo una gran parroquia de fieles en España, sea capaz de estar más de un lustro sin pisar nuestro país y casi una década sin visitar el pabellón olímpico. Hasta esta noche, este era el caso de Maná.
La que para muchos es la banda mexicana por excelencia hacía seis años que no pisaba un escenario español y nueve que no tocaba en el Sant Jordi. Su última visita a la capital catalana fue en 2015, cuando presentaron Cama incendiada y contaron con Shakira como invitada. Y este domingo, sin la colombiana y ningún nuevo disco bajo el brazo, recalaron en Montjuïc para iniciar el tramo español de su gira México lindo y querido.
Tal y como pudieron intuir los asistentes que llenaron el coliseo barcelonés -más de 17.000 personas- el concierto fue un homenaje al país que vio nacer a la banda y un repaso a sus cuatro décadas de trayectoria: durante dos horas descargaron una generosa batería de éxitos para el disfrute de los presentes, que perdonaron tantos años de ausencia.